lunes, 14 de marzo de 2011

En tu desierto, Señor

Vivo, Señor, en mi desierto de angustias y miserias.
Vivo, Señor, en mi desierto de infidelidades.
Vivo, Señor, en mi desierto de penas e historias que me atan.
Vivo, Señor, en un desierto en el que me cuesta trabajo escuchar tu voz.
Libérame y escucha mi voz que te llama.
Libérame y sácame de mi Egipto.
Libérame y abre mis ojos para buscarte.
Libérame y tiéndeme tu mano fuerte.
Libérame y condúceme a tu desierto, Señor.
En tu desierto, Señor, quiero vivir de otra cosa que no es pan.
En tu desierto, Señor, quiero ser fiel a tu Palabra.
En tu desierto, Señor, quiero caminar dándote la mano.
En tu desierto, Señor, quiero dar frutos y
hacer que de mí manen amor y misericordia.
En tu desierto, Señor, sé que encontraré tu Vida,
sé que encontraré mi vida.
Entraré en tu desierto, Señor.
Me despojaré de todo lo que me oprime.
Dejaré que me hables y me seduzcas.
Porque quiero hacerme fuerte en ti.
Porque quiero en tu desierto, Señor,
tener las manos disponibles
para abrazar tu Cruz.

CELEBRACIÓN PENITENCIAL

Canto inicial: " Tú que siempre nos perdonas ".


Introducción:
Cuando llega el otoño el suelo de los parques y calles se cubre de hojas caídas de los árboles. Los árboles se desprenden de las hojas que les molestan, que les serían un estorbo para volver a brotar en la nueva primavera.
Como ya sabéis estamos en el tiempo de Cuaresma y este es un tiempo de cambio y conversión en el que los cristianos nos preparamos para la PASCUA.
Así como los árboles pierden sus hojas para dejar lugar a los nuevos brotes de vida, así también nosotros debemos desprendernos y dejar atrás todas aquellas cosas que nos impiden vivir como cristianos.

Lectura (Zaqueo): Lc 19, 1- 10.
Zaqueo era pequeño de estatura, se subió a un árbol como si fuera una hoja. Descendió del árbol como hoja reseca por la avaricia y el egoísmo. Jesús le ofreció la posibilidad de renacer a una nueva vida. Zaqueo se convirtió en un hombre solidario y generoso.
El camino que recorrió Zaqueo es un buen camino para nosotros que estamos en este tiempo de Cuaresma, tiempo que nos lleva a la PASCUA.
Ahora, en este celebración penitencial vamos a pensar todos juntos en la manera de cambiar y corregir nuestros defectos para acercarnos más a lo que Jesús nos enseña.

Examen de Conciencia

( Se dará a cada niño una hoja seca del cesto)

Ahora vamos a hacer el examen de conciencia, que es mirar dentro de nuestro corazón y reconocer las cosas que hemos hecho mal o las cosas buenas que hemos dejado de hacer.

* ¿ Nos gusta estar cómodos y no pensar en los demás ?
* ¿ Ayudamos a nuestros compañeros si nos lo piden ?
* ¿ Somos servidores en casa ?
* ¿ Contribuimos a que la vida en familia sea feliz ?
* ¿ Cómo te portas en catequesis, colaboras con todos ? ¿Escuchas? ¿estás atento?
* ¿ Me gusta fardar de mis cosas delante de los demás ?
* ¿ Pienso que debo compartir con los demás las cualidades que Dios me ha dado?
* ¿ Me dejo influir por los niños más revolucionarios y menos estudiosos?
* ¿ Me da vergüenza que se rían de mí porque vengo a catequesis o voy a misa los Domingos?
* ¿ Digo mentiras por quedar o para que no me riñan ?
* ¿ Me esfuerzo en hacer las cosas bien ?.

Cuando hacemos el mal rompemos nuestra amistad con Dios. Ahora, nos comprometemos a hacer el bien, nos arrepentimos del mal que hemos hecho y el sacerdote, en nombre de Dios, nos perdona.
Al acercarnos a expresarle nuestro arrepentimiento, dejaremos la hoja en el suelo con las otras, como símbolo de todas aquellas actitudes negativas de nuestra vida que debemos dejar caer para dar paso a una nueva forma de ser persona, más de acuerdo con Jesús.
Conforme vayan terminando de confesarse se les puede dar una hoja verde (...) como símbolo de renacer.

Al acabar la celebración nos damos las manos y rezamos todos juntos el Padrenuestro, como señal de que Dios nos perdona y de que nosotros nos perdonamos y nos aceptamos unos a otros.

Canto final.

EL SENTIDO DE LA CUARESMA Y EL TRIDUO PASCUAL

CUARESMA



1. Origen

Tiempo de preparación a la Pascua. Fiesta fundamental del cristianismo.
Sobre el origen no es posible saber con certeza dónde surgió. Las primeras alusiones directas a un período prepascual las encontramos en Oriente a principios del siglo IV y en Occidente a finales del mismo. Sin embargo una praxis penitencial preparatoria de la Pascua con ayuno se había comenzado a consolidar desde la mitad del siglo II. Desde el final del siglo IV la estructura de 40 días se consolida aludiendo al simbolismo bíblico.


2. Estructura

La cuaresma se puede dividir en tres etapas:

a) Primera etapa: primera y segunda semana.
Da el sentido global de la cuaresma ayudándonos a poner el acento en la renovación personal a la luz de la persona de Jesús. Los evangelios nos hablan de la tentaciones de Jesús y de su transfiguración. Se hace alusión al tema del desierto del pueblo de Israel (40 años)
La fidelidad de Jesús se opone a la infidelidad de Israel.


b) Segunda etapa: 3, 4 y 5 semana.
En esta segunda etapa están muy presentes los temas catequéticos bautismales. Tomar conciencia hoy de lo que significa ser bautizado y prepararse para renovar este compromiso en Pascua.
Los evangelios de estos domingos: La samaritana, el ciego de nacimiento y la Resurrección de Lázaro, aluden a los símbolos del bautismo: el agua, la luz y la vida.


c) Tercera etapa: Domingo de Ramos o de Pasión.
Esta tercera etapa llegaría hasta el jueves Santo con la Cena del Señor. Es la preparación inminente a los misterios de la muerte y Resurrección de Jesús. Litúrgicamente es más adecuado decir Domingo de Pasión. La introducción de la liturgia de los Ramos fue posterior, originaria de las Iglesias de Jerusalén, hacia los siglos VII-VIII entró en Occidente.

3. Los temas de la Cuaresma

Conversión ( Limosna, ayuno, oración). Alianza. Desierto. Bautismo. Pascua

EL TRIDUO PASCUAL


Se entiende por triduo Pascual lo que va desde la celebración de la Cena del Señor
( Jueves Santo) hasta la vigilia Pascual del sábado por la noche. Se considera como una única gran celebración. En estos días se celebra los misterios esenciales de la fe cristiana ( Pasión, muerte y Resurrección de Jesús)


JUEVES SANTO

Por la mañana se suele celebrar la misa crismal ( el Obispo junto a los sacerdotes de la diócesis, donde se bendicen los óleos que después se usan en los sacramentos: bautismo, confirmación , Unción de enfermos.

A la caída de la tarde se celebra la CENA DEL SEÑOR, dando origen al triduo Pascual. Los temas de esta celebración son: La Eucaristía como memorial de la Pasión del Señor. La institución del sacerdocio, el mandamiento del amor, fraterno, el lavatorio de los pies.
La entrega de Jesús desde su libertad provoca una inquietante pregunta: ¿Qué estás haciendo tú con tu vida y de tu vida? Celebrar la Eucaristía no es simplemente asistir a Misa, es hacer memoria viva de la entrega de Jesús y que eso afecte a mi vida.


VIERNES SANTO

Memoria de la muerte de Jesús en Cruz. Es una celebración muy especial. No se celebra Eucaristía, aunque se da la comunión. La cruz de Jesús es el centro de la celebración. Pasión de Jesús –Pasión del hombre y del mundo.
En la celebración se lee el relato de la Pasión según S. Juan; adoración de la Cruz y plegarias.
Se puede celebrar durante este día la oración del Vía crucis.


SABADO SANTO


Es el día del silencio. La Iglesia hasta la noche está vacía, expectante, a la espera. No se puede celebrar la Eucaristía. Aquí se hace verdad aquello de: “la esperanza cristiana es esperanza al tercer día”.

VIGILIA PASCUAL

Es la gran celebración del cristiano llena de simbolismo: El fuego, la luz, el agua... Se leen los relatos del Antiguo Testamento y del Nuevo. Es la noche que abre el día de Pascua. A esto alude lo de Vigilia con todo su simbolismo.
Es la celebración más importante del año. En la Resurrección de Jesús nuestra muerte ha sido vencida. El amor es más fuerte que la muerte. Se hace verdad el deseo del poeta César Vallejo: “¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!”

viernes, 11 de febrero de 2011

Casa Xochiquetzal. Un refugio para prostitutas de la tercera edad

Un viejo edificio de Tepito, único en su tipo en el mundo, da techo y alimento a mujeres que han dedicado su vida al oficio de las caricias.


La lluvia afanosa pule el espejo que sobre el asfalto ha forjado a fuerza de repetición. Levanta los humores de la calle, olores a podrido, pestilentes, como los billetes que llegan a la mano de Mariana, quien por un rato dará cabida en su cuerpo a ese hombre de aspecto temible. Sopesa el riesgo velado de aceptar, pues el lenguaje violento lo conoce desde su temprana juventud. Sin pensarlo demasiado respira hondo y toma el dinero. Cobra 50 pesos por el rato de placer. Y mientras ese sujeto de cuerpo aplastante la besa y la muerde sin piedad, cobrando cada centavo pagado, ella cierra los ojos y se traslada con el pensamiento a otra parte. No pasan más de 10 minutos —tiempo con sabor a décadas— cuando al fin puede librarse de la pesada carga. Al palpar los pesos en la bolsa de su pantalón se distrae un poco. Tose por enésima vez y por sus encías, semicubiertas de raigones, escurre un poco de saliva.

Han pasado algunas horas desde que salió del hotel, ubicado a media calle de su lugar de trabajo en una callejuela del barrio de La Merced en la Ciudad de México, y muchísimos años de haber salido de su colonia natal, a la cual ya no regresa porque, dice, no tiene a qué, ni sus hijos quieren verla. Desamparada y hambrienta concilia el sueño interrumpido a ratos por las arcadas de su enferma garganta. Con el paso del tiempo, ella, igual que muchas de sus colegas, se ha dado cuenta del efecto premonitorio de las canciones de desamor; tenían razón, considera: su juventud se ha marchitado; el pelo, sus dientes, las caderas, los senos otrora perfectos se le han caído, la piel, gastada por tantas caricias pierde terreno frente a la de las nuevas chicas, más bonitas por ser jóvenes, más caras y más solicitadas.

Hoy el destino le sonríe, no fue golpeada y además podrá dormir no en una banca del jardín de la Plaza Loreto, refugio nocturno de menesterosos, sino en una cama de sábanas tiesas, rasposas pero secas. Otras no tienen la misma fortuna que Mariana. Comparten sus noches entre ratas y cartones para cubrirse del frío, y en tiempos como el de esta noche sin fin, de la lluvia.


CAFÉ Y AZÚCAR
Son las nueve de la mañana; la calle bulle de voces y los motores de autos escapan del tráfico; diableros —cargadores a sueldo— que se disputan clientes; ambulantes que arman sus puestos para iniciar la jornada diaria. Adentro de esta casona remozada se respira limpieza y tranquilidad. Al traspasar el umbral de este edificio del siglo XVIII uno puede huir de ese mundo que parece poder devorar a cualquier cosa o persona.

En el amplio comedor cuatro mujeres desayunan plácidamente… hasta mi llegada. Al mirarlas, pienso, escaparon de una película de Ismael Rodríguez, de ésas donde la abuela es piedra angular, eje y pegamento de la familia. Una de ellas, de figura quebradiza y pelo teñido, se levanta al instante en que pongo mi grabadora sobre la mesa, recoge plato y taza y se marcha silenciosa. Para mi sorpresa el resto de las señoras se carcajea como si hubiera roto algo sin darme cuenta. “No se apure joven, me dice la más desparpajada, se asustó, la pobre pensó que le pediría que fuera su novia, jajaja”, devuelvo la sonrisa y acepto la invitación a un café.

La cocinera, que ha visto todo, me extiende una taza humeante, azúcar y una sonrisa franca, cuando llega Carmen Muñoz, fundadora de Casa Xochiquetzal, refugio para prostitutas de la tercera edad, sitio idóneo para que 30 de sus colegas vivan dignamente, sin necesidad de dormir en las calles, los últimos años de su vida.

La voz de esta luchadora social de tiempo completo resuena en toda la estancia. Me saluda amable y pide silencio a “sus niñas” para que pueda grabar sin interrupciones: “Esta casa, que es única en su tipo en el mundo, surge porque también fui trabajadora sexual. Ahora estoy retirada, no digo para siempre, porque en cualquier momento se me puede presentar la necesidad y pues la voy a tomar”. Permanece imperturbable: “Al principio, siendo chamaca, no me daba cuenta de la situación que vivíamos las trabajadoras sexuales, me dedicaba a lo mío, pero al paso del tiempo —hace 15 años— tuve que empezar a trabajar de noche. Por el rumbo donde laboraba había mujeres que toda la noche la pasaban en la calle. Les preguntaba por qué y me decían que les había ido muy mal durante el día, no habían ganado nada, por lo tanto no tenían para pagar un cuarto de hotel ni para comer. Dormían en una banca, en una esquina”.

“Eso me dolió mucho como ser humano, como mujer y como trabajadora sexual, porque yo misma había pasado por experiencias de mucha hambre y humillación. Muchas veces observé cómo pasaba la gente y desde sus carros les arrojaban botellas con orines, les gritaban insultos; vivimos experiencias terribles. Entonces me viene la idea de conseguir un lugar donde ellas pudieran pasar la noche cuando no tuvieran dinero para pagar un cuarto de hotel”. Y la suerte decidió el destino: un día la fotógrafa Maya Goded trabajaba en un libro que retrataría a trabajadoras sexuales in situ; encontró a Carmen, quien al verla tomarle fotos, la increpó. Pero la fotógrafa iba acompañada de otra prostituta, quien le explicó lo que en realidad deseaban. Entre otras mil cosas hablaron de las ancianas que aún ahora laboran en la zona de La Merced vendiendo retazos de amor. El efecto dominó inició allí, pues una persona llevó a otra y a la otra hasta que la artista Jesusa Rodríguez se inmiscuyó de lleno en esta idea, moldeada por Carmen Muñoz y por “esas mujeres que han ofrecido su vida al oficio de las caricias, y que hoy reclaman su dignificación como ciudadanas”.

SUEÑOS LOCOS VUELTOS REALIDAD
Carmen Muñoz corrió con otra ventura, ya que al entrevistarse con Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México —de quien, asegura, sólo tiene buenos conceptos—, recuerda cómo le dijo: “No te prometo nada, porque dependemos de muchas instancias. Qué te parece tener una reunión con esos organismos, se les explica todo esto y a ver en qué te podemos ayudar. Porque ése (el de las prostitutas) es un sector que tiene los mismos derechos que cualquier otro”.

Quince días después tuvieron una nueva reunión con el Instituto de las Mujeres, Patrimonio Inmobiliario, el Instituto de la Vivienda, el DIF, las delegaciones Iztapalapa, Benito Juárez, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza. “Inmediatamente nos dieron becas para los hijos o nietos en edad escolar. Nos abrieron un programa de viviendas en el Instituto de la Vivienda; mientras estuvo López Obrador en el gobierno nos entregaron cuatro viviendas, y (con el cambio de gobierno) ya no volvimos a saber nada de nada. Nos dijeron en octubre de 2003, apenas un mes después de esa junta, que había una casa por Tlatelolco que nos podía proporcionar Patrimonio Inmobiliario; más pequeña, y en una zona muy conflictiva porque como está cerca de la avenida Manuel González y Eje Central Lázaro Cárdenas era peligroso que nuestras viejitas atravesaran esas arterias. Sin embargo, nosotras dijimos que sí. Lo que queríamos era una casa. Pero Patrimonio Inmobiliario se enteró de ésta —ubicada en la Plaza Torres Quintero, en la esquina de la calle del mismo nombre y República de Bolivia, en el Centro, a unas cuadras del Zócalo y la Merced— y nos citaron para verla. Vinimos una servidora, Jesusa Rodríguez, Marta Lamas, Elena Poniatowska, Luz Rosales, Luz Lozoya y nos encantó”. Carmen sabe que aún falta mucho por hacer, y que lo más difícil está por venir: volver autosuficiente este hogar. “No queremos vivir de la caridad, confiamos en que podamos poner una cocina económica. Estamos trabajando en este momento con la creación de joyería de fantasía de cuarzo y de plata, con ayuda de la organización no gubernamental Semillas, que apoyó al proyecto desde el inicio. “El día de la inauguración le decía a las compañeras: todo empezó como un sueño loco, pero hoy sé que los sueños locos se vuelven una realidad”.

Llama mi atención que Carmen se refiera a la casa como si se tratase de una persona, un familiar esperado desde hace mucho. Al final de la charla me quedo con la impresión de una simbiosis entre el inmueble y esta señora de piel luminosa: edificio derruido y remozado con sangre, sudor y piedras; mujeres reinventadas, cuyo paso por esta vida que se les termina se dignifica, y rescata con ello la esperanza de no volver a dormir entre hedores condensados y noches eternas.


PONERLE IMAGEN A LAS PALABRAS
Xochiquetzal conserva lo más que ha podido su diseño original. En esta vetusta construcción de más de dos siglos de antigüedad y de amplio patio, el decoro, el consuelo y la ilusión mojan sus pies en la fuente cantarina que recibe al visitante con sus alegres notas. Las habitaciones son grandes, de residencia antigua, y resguardan sueños y risas de corazones contentos, una televisión por aquí, un santo por acá, una silla más allá. Altares llenos de imágenes, de flores recién cortadas y de frases que podrían ayudar a entender eso que algunos llaman renacer: “Se siente bien bonito cuando una puede tener una casa a dónde llegar”, “Estoy muy contenta, muy a gusto”, “Aquí tenemos atención médica y psicológica”, “Casa, comida y sustento, qué más podemos pedir”, “Por eso trabajamos mucho en la joyería, en la casa misma”, “Porque si no fuera por Carmen, por Semillas, quién sabe qué hubiera sido de nosotras”.

“El 11 de febrero de 2006 se abrió el espacio con 10 mujeres, actualmente habitan 30 y esperamos albergar a otras 20; pero no fue sino hasta el 29 de diciembre de 2006 cuando se inauguró oficialmente por el entonces jefe de Gobierno, Alejandro Encinas”.

Al hablar de este albergue para ancianas Carmen Muñoz se muestra orgullosa: “La casa se llama Xochiquetzal porque significa varias cosas: flor hermosa, diosa de las ahuianime, una forma de nombrar a las mujeres alegres”. Recuerda Muñoz que en 2005 la cantante Eugenia León ofreció un concierto en el Teatro de la Ciudad a beneficio de este proyecto. Con lo recaudado arreglaron todas las puertas y ventanas. Aun cuando reciben ayuda, explica, la única entidad facultada para recibir y administrar donativos económicos es la Sociedad Mexicana Pro Derechos de la Mujer AC (Semillas).

SAN SEBASTIÁN MÁRTIR, RUEGA POR ELLAS
La Plaza Torres Quintero ofrece una estupenda vista lateral a las moradoras de Casa Xochiquetzal: un hermoso jardín con bancas antiguas. Cuentan los vecinos que en otro tiempo esta plazuela era de las más hermosas y visitadas, pero ahora se halla intransitable porque se ha convertido en un estacionamiento de franeleros rudos e indigentes incorregibles. Frente a la Casa se encuentra una de las iglesias más antiguas del país, la de San Sebastián Mártir. Edificada sobre lo que fue el Calpulli de Atzacoalco en 1531, en la esquina de Rodríguez Puebla y República de Bolivia, es Monumento Histórico desde el nueve de febrero de 1931. Dice Francisco Javier Clavijero en su Historia antigua de México: “Estaba la Ciudad de México situada, como ya hemos insinuado antes, en una isleta del lago salobre (…) Dividíase en cuatro cuarteles y cada cuartel en muchos barrios cuyos nombres mexicanos en gran parte se conservan hasta hoy entre los indios. Las líneas divisorias de los cuarteles eran las cuatro grandes calles correspondientes a las cuatro puertas del Templo Mayor. El primer cuartel, llamado Teopan (hoy San Pablo) estaba comprendido entre las dos calles que correspondían a las puertas oriental y meridional; el segundo, nombrado Moyotla (hoy San Juan) entre las calles correspondientes a las puertas meridional y occidental; el tercero, Tlaquechihucan (hoy Santa María) entre las calles correspondientes a las puertas occidental y septentrional, y el cuarto Atzacoalco (hoy San Sebastián) entre las calles correspondientes a las puertas septentrional y oriental…”.

Una casa para que ancianas prostitutas vivan dignamente sus últimos años, ubicada en una calle tomada por ambulantes y que según datos históricos forma parte de un populoso barrio —el de Tepito, aunque el código postal diga que es la colonia Centro—, cuyos orígenes datan de la época precolombina, sobreviviente a la conquista y a la modernización de nuestros tiempos y que comparte espacio con uno de los edificios religiosos más antiguos del país y del continente. Tres actores de una realidad que muestran un crisol de mundos diversos pero que cohabitan en franca armonía, se complementan para corroborar esto que algunos sabihondos han llamado realismo mágico.


MORIR EN LA CALLE
Isela, como Mariana o Juana o Pachita, rebasa los 70 años y continúa el duro ejercicio del trabajo sexual. Cuenta que a lo largo de más de 50 años de carrera ha visto morir a muchas compañeras en la calle, a manos de chichifos, ladrones, clientes, el frío, el hambre, la tristeza, la desesperanza. Estas callejuelas han visto de todo, “si pudieran hablar, qué no dirían”, acepta entre dientes, con un dejo de dolor. Ha vivido miles de historias, “y podría contarlas todas en una misma, es que todas parecen una calca de la otra”.

La luna se abre paso entre nubarrones, acompaña la silueta de esta mujer doblegada por la edad. Luego de caminar kilómetros de asfalto hace una parada y entra a la mole de piedra colonial. “Le rezo a San Sebastián, espero que me escuche porque si no imagínese, vaya que estaríamos jodidos”, sonríe apretando las manos. Allí, frente a la figura del santo mártir, atravesada por flechas, agradece cada día lo que les ha devuelto Casa Xochiquetzal a ella y a sus compañeras: la dignidad.

Carmen Muñoz, fundadora de la Casa Xochiquetzal.

jueves, 4 de noviembre de 2010

LOS DONES DE DIOS

Dones ofrecidos a todos

"Una vez, en el pozo de Jacob, Jesús pidió a una mujer samaritana que le diese agua para beber. Ella de momento rehusó dársela, a causa del antagonismo existente entre judíos y samaritanos.
Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva." (Jn. 4,10).

Si nosotros supiéramos podríamos ir a la gran fuente de felicidad verdadera.

El "don de Dios" que Jesús ofrece a todos es lo que nosotros llamamos la divina gracia o gracia santificante. Es la vida divina dentro de nosotros. Jesús le llama "agua viviente" o "agua que da vida" porque es el principio de la vida eterna en el Cielo.

Gracias a esta vida divina nos volvemos participantes de la naturaleza divina, como nos dice san Pedro (2.a carta, 1,4) : "... nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina...".Gracias a este don de la vida divina nos convertimos en hijos de Dios. San Juan dice: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" (1 Jn. 3,1).

Nos convertimos en hijos de Dios no en el pleno sentido en el que Jesús es el Hijo del Padre, sino en un sentido analógico y, sin embargo, verdadero. Y siendo hijos de Dios tenemos derecho a estar

con Dios, el derecho a ir al Cielo, la casa, por así decir, del Padre. Si caminando por los campos entablamos conversación con algún muchacho del lugar le preguntamos: "¿dónde está tu casa?", él tal vez señale una casa y diga: "ésta es mi casa."

En realidad él indica la casa de su padre y tiene razón, porque la casa de su padre es verdaderamente su casa. El tiene derecho a morar en ella. El don de nuestra existencia y vida es muy precioso. Pero sería comparativamente de poco valor, si no fuese seguido del don de la feliz vida eterna.
"Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga vida eterna"(Jn. 3,16).

Dios Hijo se hizo hombre por cada uno de nosotros. El es nuestro Salvador. En la cruz El se ofreció a sí mismo al Padre, para expiar los pecados de todos y para ganar la gracia de la salvación, incluso para aquellos que en la vida presente nunca llegarán a conocerle.

Jesús, asimismo, dio a todos su enseñanza y el ejemplo de su vida. "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la Creación." (Mc. 16,15). La Buena Nueva es que, gracias a Jesucristo, nosotros podemos devenir hijos de Dios y alcanzar la eterna felicidad del Cielo como nuestra herencia.

Y Jesús nos dio a nosotros los cristianos, la eucaristía y los otros sacramentos como canales de la divina gracia. Refiere un cuento sobre santo Tomas de Aquino que un día se le apareció Jesús y le dijo: "Tomás, tú has escrito acertadamente sobre Mí. ¿Qué dádiva quieres de Mí?" Y Tomas de Aquino contestó: "Ninguna, excepto Tú mismo Señor."

Este es el don principal. Recibiendo a Cristo y entregándonos a El encontraremos la verdadera y perdurable felicidad. Con frecuencia los sacerdotes en su trabajo pastoral son testigos de situaciones desgraciadas de personas que en su tristeza, descorazonamiento o desespero recurren a la bebida y con ello aumentan sus problemas.

Ellos habrían procedido mejor volviéndose hacia Dios, que puede darles la luz de la esperanza, la certeza de la paz, la fuerza y la guía - para enfrentarse con la situación. Dice san Pablo: "Yo sé lo que es estar necesitado y sé también lo que es estar sobrado. He aprendido este secreto de manera que siempre y en todo lugar yo estoy contento tanto si estoy saciado como si estoy hambriento, lo mismo si tengo demasiado que si tengo poco. Yo tengo el vigor para enfrentarme con todas las circunstancias por el poder que Cristo me da" (F1p. 4,12-13).

En la misma epístola, san Pablo escribe: "Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas y las tengo por basura para ganar a Cristo" (Flp. 3,8).

Podemos estar agradecidos por todos los dones de Dios incluso si por nuestra pereza y estupidez hemos fallado en aceptarlos tan plenamente como debiéramos.

Dones sobrenaturales personales

Los dones de la gracia ofrecidos a todos son también dones personales y pruebas del amor de Dios, como queda explicado en el capítulo anterior. Existen otros dones de orden sobrenatural que son estrictamente personales. Ellos demuestran, por así decir, un amor de predilección por parte de Dios.

Me agrada imaginar que en el Cielo será una agradable y excelente ocupación el recordar todos los dones especiales que he recibido en mi vida sobre la tierra. Fue una gran bendición, por ejemplo, el haber nacido de buenos padres. Asimismo el haber crecido en un ambiente sano protegido contra el daño espiritual.

Probablemente cuando estemos en la eternidad, nos daremos cuenta de que algunos de los acontecimientos afortunados que habíamos siempre considerado como fortuitos y felices coincidencias, fueron en realidad providenciales. Con frecuencia, nosotros vamos olvidando nuestros pecados y gracias al sacramento de la confesión estamos seguros de que Dios los ha perdonado.

Hemos recibido muchas veces el pan eucarístico gracias al cual llegamos a estar mas unidos con Cristo. Y cuando recibimos la eucaristía, y en otras muchas ocasiones, Dios nos guía y nos da paz y fortaleza. Tal vez en el Cielo comprenderemos que muchos de los sufrimientos y tribulaciones que hemos pasado en la tierra, fueron ocasión de grandes beneficios espirituales concedidos por Dios.

Dios se nos ha dado a Sí mismo junto con muchos favores y bendiciones y Dios desea darse aún más a nosotros. Déjate llevar por el amor de Dios y sé feliz.

EN QUÉ CONSISTE LA FELICIDAD

La felicidad consiste en amar y ser amado

Permitidme primero que os diga en qué no consiste la felicidad. Recuerdo haber leído que el multimillonario Rockefeller, ya viejo, al dar gran parte de su fortuna al gobierno para fines filantrópicos, dijo a un periodista que nunca había sido feliz. Todo el mundo sabe que la prosperidad material no necesariamente significa felicidad, pero en la práctica los hombres parece que no lo recuerden.

La felicidad no consiste ni en el placer, ni en la vida cómoda ni en la ausencia del dolor. Circunstancias extrínsecas como la riqueza, y especialmente la seguridad material, pueden contribuir en gran manera a la felicidad propia, pero la felicidad no está fuera de nosotros, no está en las cosas materiales, sino dentro de nosotros. Consiste sobre todo en nuestra reacción interior a las circunstancias en las que nos encontramos.
Jesús no vio contradicción alguna entre sufrimiento en esta vida y felicidad. El dijo: "Bienaventurados los que lloran..." (Mateo), y en la novena Bienaventuranza El dice: "Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los Cielos" (Mt. 5, 11).


San Lucas en su trascripción del Sermón de la Montaña, emplea palabras similares:"Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis" (S. Lc. 6,21).La experiencia humana también confirma que sufrimiento y felicidad no son necesariamente incompatibles ni se excluyen entre sí. He oído la historia de seis hermanas. La más joven enfermó de polio y quedó parcialmente tullida. La gente decía refiriéndose a ella: "Pobrecita, tan joven y bella y ahora constreñida a una silla de ruedas". Las otras hermanas contrajeron magníficos matrimonios y criaron espléndidas familias. En cierta ocasión, cuando ya habían alcanzado todas ellas los cincuenta o sesenta años, tuvieron la suerte de poder pasar juntas unos días de vacaciones. Charlaron largamente y comparando sus vidas se dieron cuenta de que "la pobrecita, la tullida", había sido la más feliz de todas.

¿En qué consiste, pues, la felicidad?

Amar y ser amado (por algunos, por lo menos) nos hace felices. No estamos hablando de un amor egoísta y calculador, sino del amor que hace airosamente llevaderas las molestias y sufrimientos, con desenvoltura y espontaneidad e incluso a veces con alegría.

En este amor no hay sombra de queja o lamentación, aunque puede existir una franca manifestación de los sentimientos experimentados. Y si a alguno se le dan las gracias por su amor o ayuda, éste puede decir con sinceridad "fue un placer".

Esta clase de amor será seguramente aceptado por los demás, al menos después de cierto tiempo y motivará una respuesta de estimación y amor. Y de esta suerte, amando y siendo amado, se obtendrá normalmente la felicidad. Lo que es cierto en las relaciones humanas, es todavía mas cierto en nuestras relaciones de amor con Dios. En ellas Dios es el primero en amar. Si yo estoy convencido del amor personal de Dios por mí (y todavía mejor, si yo he experimentado este amor), yo seré feliz, tal vez excesivamente feliz y esta convicción es el principal manantial de felicidad interior.

En el próximo capítulo hablaremos de cómo llegar a convencernos del amor que Dios tiene a cada uno de nosotros y cómo amarle a El en correspondencia.

El sufrimiento puede ser hermoso

El amor es la cosa, mejor dicho, la emoción más bella que existe. Pero, como hemos dicho antes, el amor en este mundo, incluso el amor verdadero, con frecuencia lleva una carga de sufrimiento. Pero incluso así, puede ser todavía un manantial de felicidad.

Ello nos lleva a exponer la paradoja de que lo más hermoso, mejor dicho la experiencia más hermosa de este mundo, puede ser el sufrimiento, sufrimiento llevado, naturalmente, con amor. Para los cristianos, la Cruz, la aterradora Cruz, es hermosa porque es el signo y la prueba del amor que Dios nos tiene. Como acabamos de decir, la cosa mas hermosa es el amor.

Pero en este valle de lágrimas el verdadero amor sólo puede ser puesto en evidencia por la disposición a sufrir por los seres amados. En las relaciones humanas el signo inequívoco del amor y la mejor prueba de amor es el sufrimiento llevado con amor. Así, podemos decir que en este mundo el sufrimiento puede ser hermoso en tanto que es una prueba genuina de amor. El sufrimiento, culminando en la muerte, es la mayor prueba de amor. "Un hombre no puede dar mayor prueba de amor que entregar su vida por sus amigos", dice Jesús.

A pesar del terror y la agonía, el martirio y la muerte de los héroes es hermoso porque, con su muerte, ellos proclaman la ley del amor en medio del odio y la violencia que prevalecen en el mundo. Podemos recordar al Padre Maximiliano Kolbe, proclamado Santo por Juan Pablo II. Fue una horrible muerte lenta de sed, hambre y frío, en las celdas de "la muerte por hambre". El se había ofrecido voluntariamente para morir en lugar de otro prisionero condenado que tenía mujer e hijos. ¿No es ello hermoso?

Leyendo relatos históricos y novelas, o viendo películas, en escenas de gran sufrimiento soportado por amor, decimos, tal vez con lágrimas de emoción en los ojos: ¡Qué hermoso! Hay algo peculiar en el mundo actual: en él hay dolor encadenado con el amor.

En el Cielo sólo hay amor sin sufrimiento alguno. En el Infierno sólo hay sufrimiento y no hay amor. En este mundo el sufrimiento puede ser hermoseado por el amor y por lo tanto puede llegar a ser una causa de felicidad.

El ejemplo del amor conyugal

Ama a los otros y hazles felices. Haciéndoles felices tú también serás feliz. Esto se puede aplicar a todas las circunstancias y personas pero más particularmente en la más íntima forma del amor humano. El amor en la vida matrimonial.

Podemos habernos reído con las bromas sobre los matrimonios: "Primero fue una sortija de compromiso, después siguió un anillo de boda... y algún tiempo después fue el sufrimiento". Puede que sea así en muchos matrimonios, pero en las familias felices, en las que existe el verdadero amor mutuo, el sufrimiento, ocasional y aun prolongado que puede presentarse, probablemente provocará un mayor amor y una unión más íntima y como consecuencia una mejor suerte de felicidad.

Hace pocos días, el Magistrado del distrito y su ayudante acamparon en Talasari y visitaron por algún motivo las instalaciones de nuestra Misión. Fueron con talante amistoso y deseosos de conversar. En el pasillo vieron una fotografía en color de gran tamaño que despertó su curiosidad. Era un grupo fotográfico de 25 parejas que habían asistido a un corto curso prematrimonial seguido por un retiro de tres días que yo dirigí.

El Magistrado preguntó: "¿Qué les ha dicho Ud. durante todos estos días?". Yo, bromeando, contesté que les había dicho: "Muchachas, vais a casaros. Magnífico. Ahora bien, si queréis ser felices vosotras sólo tenéis un camino: haced felices a vuestros maridos. Yo os aseguro a todas que si vuestro marido es verdaderamente feliz, vosotras también seréis felices". Y después dije a los novios: "Muchachos, haced felices a vuestras mujeres con amor generoso y atento. De ahora en adelante, solamente si vuestras mujeres son felices vosotros podréis ser felices".

Aquella misma noche me llegó noticia de que el Magistrado y su compañero, hablando de su visita a la Misión, habían estado diciendo que un anciano sacerdote les había explicado cosas maravillosas sobre la vida matrimonial. Y yo sólo les dije lo que he referido. Su laudatoria sorpresa puede ser consecuencia de la frecuente ausencia de la busca de la felicidad en la vida matrimonial. Con frecuencia cada uno de los cónyuges trata de "domesticar" al otro (he oído alguna vez esta expresión), o, cuanto menos, que se adapte a sus deseos egoístas en lugar de intentar hacerle feliz.

Una actitud psicológicamente útil

Un formal deseo de amar a los demás, incluyendo tal vez el deseo de amar a alguien más íntimamente, puede traer a nuestra mente sentimientos de satisfacción y felicidad. El deseo consciente de amar a todos los que nos rodean es un don de Dios por cuya obtención debemos rogar con frecuencia.

Había empezado a escribir este capítulo cuando un muchacho de nuestra residencia, un aborigen alto, de unos quince años, llegó a mi habitación para pedirme consejo. Generalmente, yo termino las entrevistas de este tipo con una pequeña plegaria por el visitante.

En este caso particular, antes de empezar mi oración, le pedí al muchacho que reflexionase un poco y me dijese por qué le gustaría que yo rezase. Le dije: "¿Qué es lo que más deseas?". Después de unos momentos de reflexión me contestó el muchacho: "Lo que más ansío es tener paz espiritual y saber cómo amar a todo el mundo". Sabias palabras. Ellas expresan la actitud que todos debiéramos tener. Y las últimas palabras, "el saber cómo amar a todo el mundo", pueden darnos un programa de vida.

El segundo componente del aforismo "La felicidad consiste en amar y ser amado", necesita unas palabras de advertencia. El deseo de ser estimado y de amar a los demás es sano psicológicamente, pero no se debe ir buscando la estima y el amor por un camino equivocado. Un deseo sano de ser amado por los demás tiene que ser en cierta manera desprendido. Una excesiva preocupación por obtener el aprecio de los demás puede frustrar el propósito.

Especialmente no debemos tratar de manipular o seducir por decirlo así, a los demás para que nos aprecien y quieran. Si uno trata de comprar la estima y el amor de los demás no obtendrá de ellos verdadero amor y tampoco la felicidad.

Nosotros no podemos obtener siempre una correspondencia como quisiéramos a nuestro amor, pero amando verdaderamente a los demás el saber que nuestro amor es, en cierto modo, reconocido, puede resultar sumamente gratificante. Muchos padres tienen la experiencia de esta suerte de amor y reconocimiento de sus hijos. Lo importante, pues, es que nosotros amemos verdaderamente a los demás, con amor generoso y de entrega, y que no nos preocupemos demasiado en conseguir pruebas palpables de correspondencia a nuestro amor.

Los padres, especialmente, harán bien en tener presente esto cuando aguarden el aprecio y amor de sus hijos adultos. También los consortes deben tenerlo presente respecto a sus cónyuges y los amigos con sus amistades.

Años atrás le pregunté a un joven, ya cercano a los treinta, por qué no se había casado. Con voz triste me contestó: "porque no he encontrado la muchacha que me haría feliz". Yo le repliqué: "y temo que no la encontraras nunca. Más bien deberías buscar la muchacha a la que tú pudieras hacer feliz". No me sorprendería que nunca encontrase la muchacha que desea. Y probablemente sea mejor así, porque es un egoísta.

También conozco a un hombre viejo y muy rico que aparentemente tampoco ha encontrado "la muchacha que le haría feliz". A su avanzada edad todavía espera que se casará algún día. Una vez me dijo que le gustaría casarse con una enfermera, porque así podría cuidarle bien. Y añadió, susurrando confidencialmente, que en su testamento había dispuesto que, caso de casarse, su viuda percibiese un legado de un millón (de la moneda del país) por cada año de su vida matrimonial con ella.

¡Es conveniente que no se case nunca! No podéis conseguir por soborno el pasaje hacia el amor y la felicidad.